Las horas de la poesía
La madrugada es una promesa del día casi infinita.
Cuando tengo la suerte inexplicable de despertarme muy temprano un sábado me meto feliz en la quietud de la mañana, solos los pájaros y yo, a leer poesía.
Sólo así hay tiempo para las imágenes, para las más leves y huidizas, para las más hondas y despiadadas, porque solo así puede releerse sin prisa el verso cifrado que cuando se desvela ilumina todo el poema, que vuelves a leer con emoción mal contenida, saboreando cada sentido con avaricia. A veces, se ilumina todo el libro, y a veces mucho más. El canto del poeta y el del mirlo se hacen uno*, y yo con ellos por un instante, y raras certezas cruzan como fogonazos. Sabes de los límites, pero su llegada es inacabable.
Sabes que la vida limita con el vacío. Y acaban por llegar los desayunos y el bullicio humano, tan parecido esas madrugadas al de los gorriones, y de nuevo ya no hay tiempo para nada.
(*) Esta mañana eran los Fragmentos de un libro futuro, del Valente que sabía que sabía que se moría.
Cuando tengo la suerte inexplicable de despertarme muy temprano un sábado me meto feliz en la quietud de la mañana, solos los pájaros y yo, a leer poesía.
Sólo así hay tiempo para las imágenes, para las más leves y huidizas, para las más hondas y despiadadas, porque solo así puede releerse sin prisa el verso cifrado que cuando se desvela ilumina todo el poema, que vuelves a leer con emoción mal contenida, saboreando cada sentido con avaricia. A veces, se ilumina todo el libro, y a veces mucho más. El canto del poeta y el del mirlo se hacen uno*, y yo con ellos por un instante, y raras certezas cruzan como fogonazos. Sabes de los límites, pero su llegada es inacabable.
Sabes que la vida limita con el vacío. Y acaban por llegar los desayunos y el bullicio humano, tan parecido esas madrugadas al de los gorriones, y de nuevo ya no hay tiempo para nada.
(*) Esta mañana eran los Fragmentos de un libro futuro, del Valente que sabía que sabía que se moría.
8 Comments:
El amanecer es el momento de la soledad más roja y más infinita.
El amanecer y la muerte.
(Un beso para hacerte compañía en tu desvelo, rafa)
y el hombre se hizo pajaro eh.bienaventurados los poetas y los que les leeen pq ellos leeran la tierra. Un beso hombre pájaro
Lis
Gracias a las dos por el rastro.
Qué sorpresa gepunto. Tu beso estará conmigo la próxima madrugada solitaria. El amanecer y la muerte, tremendo, no lo había pensado, ojalá lo fuera, quizá lo sea (amanecer, la muerte). A ver cuándo vuelves del todo. Un beso.
Muy bonito Lis, gracias por lo de hombre pájaro: "la naturaleza y yo al fin somos lo mismo; la identidad sólo fue un juego". Besos.
Estás un poco vago ultimamente ¿no?
¡Escribe, tío!
Un abrazo.
feliz año
Aja!!! no sabes como extraño escabullirme en una de esas quietudes de la mañana...donde solo esten como dices lo pajáros y yo....imploro quietud, soledad y silencios que me hagan conversar conmigo misma, de ahi entablar una conversación con la tristeza, nostlagia para que le llamen a la inspirción....esperemos que me encuentr por ahi un día de estos no muy lejano.,..
Hola Pedro, ¡Cati! y Azul, gracias por los rastros en este hueco un poco abandonado.
Las mañanas de los sábados (aquellas en las que la obligación no viene a despertarte), suelo levantarme cuando mis cortinas aún se mueven suavemente y no aprieta el sol. Esos ratos me gusta perderme en un buen libro o sentarme a soñar con la última banda sonora de mi vida.
¿Y cuando todos duermen? ¿Cuando el último perro del edificio cierra el ojo?... también ese es buen momento para perderse en la poesía.
Un saludo y gran hallazgo este de encontrar tu comentario en mi blog,y ahora aqui, tus palabras ;)
Tharsis
http://mientrasvivimos.blogomundo.com
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